I. ¿De qué
torrente nace, en qué pozo se cubre de eco marinero, de qué montaña llega,
dónde queda escondido el metal de su aliento, en qué túnica de humo se bautiza,
qué desnudez la suya, en qué tierra de nadie proclama su inocencia?; si pura,
¿qué sangre anima el fuego de su sexo ignorado?; si violada, ¿qué banda
narradora la
forzaron a beber de su tinta? Si es un cuerpo de guerrero ¿qué bronce mal
fraguado en la hoguera de Apolo le tizna con un virus de moho su torso
amoratado?
torrente nace, en qué pozo se cubre de eco marinero, de qué montaña llega,
dónde queda escondido el metal de su aliento, en qué túnica de humo se bautiza,
qué desnudez la suya, en qué tierra de nadie proclama su inocencia?; si pura,
¿qué sangre anima el fuego de su sexo ignorado?; si violada, ¿qué banda
narradora la
forzaron a beber de su tinta? Si es un cuerpo de guerrero ¿qué bronce mal
fraguado en la hoguera de Apolo le tizna con un virus de moho su torso
amoratado?
II. ¿Dónde está su belleza intocable? ¿En un mármol
roído de lujuria, en la rúbrica del óxido firmando su sentencia o en una rosa
agrietada en su esplendor de mayo por la ferocidad sin freno del olfato
cobarde?
roído de lujuria, en la rúbrica del óxido firmando su sentencia o en una rosa
agrietada en su esplendor de mayo por la ferocidad sin freno del olfato
cobarde?
III. Ignorando si llamarla con nombre de batalla o con
signo de tregua, bautizada de almendra, con el velo nupcial apuntalado de
hambrientas gaviotas, o dejar que su sombra enajenada se refleje en el asilo de
la rama, domado su galope enfebrecido,
con lentitud de carroza plomada que aplaste las arrugas de la tarde.
signo de tregua, bautizada de almendra, con el velo nupcial apuntalado de
hambrientas gaviotas, o dejar que su sombra enajenada se refleje en el asilo de
la rama, domado su galope enfebrecido,
con lentitud de carroza plomada que aplaste las arrugas de la tarde.
IV. Cuando ansías
su lengua de muchacha te ofrece la amargura de su boca de fruta no madura, su
saliva vinagre, agrios sus labios con bozales de espuma; cuando esperas en
noches de tormenta que llueva en la ventana del poema te ofrece la sequía
abacial de la cuaderna vía, sudario de la rima condenada, consonantes de polvo
y de ceniza; cuando piensas en ella, cuando esperas su aroma de tedéum triunfal te da un deprofundis de silencios.
su lengua de muchacha te ofrece la amargura de su boca de fruta no madura, su
saliva vinagre, agrios sus labios con bozales de espuma; cuando esperas en
noches de tormenta que llueva en la ventana del poema te ofrece la sequía
abacial de la cuaderna vía, sudario de la rima condenada, consonantes de polvo
y de ceniza; cuando piensas en ella, cuando esperas su aroma de tedéum triunfal te da un deprofundis de silencios.
V. Encendida la
lámpara del aceite bendito esperas su llegada, virgen prudente y necia, beata
del incienso que perfuma sus pechos, que llegue cuando quiera, que juegue con
tu pelo, que caliente tu boca, que te ayude, que desnude tus ojos, que te
envuelva tus manos en tules congelados, que le dé al corazón una armadura de
soldado vencido, en tu sien un disparo de pólvora cautiva.
lámpara del aceite bendito esperas su llegada, virgen prudente y necia, beata
del incienso que perfuma sus pechos, que llegue cuando quiera, que juegue con
tu pelo, que caliente tu boca, que te ayude, que desnude tus ojos, que te
envuelva tus manos en tules congelados, que le dé al corazón una armadura de
soldado vencido, en tu sien un disparo de pólvora cautiva.
VI. Siempre la
incertidumbre de no saber si vuelve, si olvidó mi costumbre de acariciar sus
muslos. Siempre teniendo miedo de ser tan sólo un siervo que no le da placer a su látigo
húmedo, perro que solo bebe de su lluvia oxidada de tiempo y de su musgo ronco.
De ser tan sólo un hombre sin simiente para su corazón de madre, de ser una
mujer para la ambigüedad de su mirada y ofrecerle un orgasmo en la falsa
bandeja de mi voz de castrato para su colección de autógrafos sin nombre.
incertidumbre de no saber si vuelve, si olvidó mi costumbre de acariciar sus
muslos. Siempre teniendo miedo de ser tan sólo un siervo que no le da placer a su látigo
húmedo, perro que solo bebe de su lluvia oxidada de tiempo y de su musgo ronco.
De ser tan sólo un hombre sin simiente para su corazón de madre, de ser una
mujer para la ambigüedad de su mirada y ofrecerle un orgasmo en la falsa
bandeja de mi voz de castrato para su colección de autógrafos sin nombre.
VII. Y siempre la amargura, la duda, el desaliento de
que no me conozca, que me ignore, que no vuelva jamás y si me deja ¿cómo vivir
sin el sonido de su voz, sentir sin el
cuchillo de su aliento, respirar sin el aroma de su muerte?
que no me conozca, que me ignore, que no vuelva jamás y si me deja ¿cómo vivir
sin el sonido de su voz, sentir sin el
cuchillo de su aliento, respirar sin el aroma de su muerte?
¡Puta poesía!