El 25 de marzo de 2008 me encontré con
una separata que traía un poema escrito por José Luis García Martín e ilustrado
con cuatro fotografías del poeta. El poema es una crónica viajera y sentimental
en el que varias ciudades, atadas a la vida del poeta, se enlazan dando una
unidad temática. A mí me parece, leído ahora después de tanto tiempo, un poema
en el que la poesía va vestida de diario, llena de luz, al alcance de la mano,
con el justo “dolorido sentir” y su cargamento de melancolía. Un poema que al leerlo
con ojos iluminados nos trae el recuerdo de ciudades y nombres queridos, la
adolescencia que nos ofrece “la manzana / de su ambigua hermosura” y nos acerca a “la primera mañana del mundo”.
una separata que traía un poema escrito por José Luis García Martín e ilustrado
con cuatro fotografías del poeta. El poema es una crónica viajera y sentimental
en el que varias ciudades, atadas a la vida del poeta, se enlazan dando una
unidad temática. A mí me parece, leído ahora después de tanto tiempo, un poema
en el que la poesía va vestida de diario, llena de luz, al alcance de la mano,
con el justo “dolorido sentir” y su cargamento de melancolía. Un poema que al leerlo
con ojos iluminados nos trae el recuerdo de ciudades y nombres queridos, la
adolescencia que nos ofrece “la manzana / de su ambigua hermosura” y nos acerca a “la primera mañana del mundo”.