LA POESÍA COMO ESPEJO (1).
EL CAMINO TOMADO. UN POEMA DE VIÁTICO, DE NICOLÁS CORRALIZA
Dos caminos se separaban en un bosque amarillo
y sintiendo no poder tomar ambos
y ser un solo viajero, me detuve por mucho tiempo
y escudriñé uno de ellos todo lo que pude
hasta allí donde se doblaba en la maleza.
Tampoco como el que quería Machado: hacer camino al andar o el camino como río que te lleva al mar. Este es el camino de la “semejanza”. (Para seguir la historia del protagonista se recomienda leer el poema “Caja de herramientas” donde el hijo “es incapaz de construir versos del ruido”).
El poema es un tríptico hecho con caligrafía amorosa en una tabla carcomida por el tiempo y está construido con nueve versos divididos en tres “cuadros” que nos cuentan la historia cotidiana del protagonista: del recuerdo, del trabajo y de la soledad. (¿Supo el hombre que hacia números de la herida del amor?)
Pasa gramaticalmente de un pasado imperfecto a un pretérito desarraigado y por último a un presente de estoica esperanza. En el primero y en el último el protagonista aparece sentado en dos posturas opuestas: la de la vida y la de la espera. El espacio central es el que imprime movimiento tanto al poema como al protagonista.
Termina el poema con dos posibles caminos que al final serán uno solo y también con dos preguntas insinuadas: ¿espera el protagonista el paso del tiempo al abrigo de las cuatro estaciones? o ¿espera con “el vaivén seguro” el paso del último tren?
Si poesía es todo lo que importa recordar en la vida, este poema es un ejemplo: anota y recuerda una parte importante en la vida del poeta.