Cuadernos de Humo

Diluvio, de Miguel Veyrat.

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                   DE OTRO DILUVIO:
RÍOS QUE NO VAN A DAR A LA MAR.                         

         
Miguel Veyrat                                                                          
Diluvio
La isla de Siltolá, Sevilla, 2018.
          Para no salir ahogados de
este Diluvio, un libro que intimida
por varias razones, hay que saber nadar y guardar la ropa, tener un arca donde
la razón sea la dueña y señora y dejarse llevar por la corriente hasta el mar,
donde no van a dar todos los ríos. Recordemos lo que dice Margaret Atwood: “Writing poetry is a state of free float”, “salvavidas”
que aquí vamos a necesitar.
          Diluvio es, estructuralmente hablando, además de un libro de
poemas, una colección de frases de filósofos, pensadores y poetas. Es también,
en un apartado final titulado “Alcabala de deudas y notas prescindibles”, un
manual donde el pensador más que el poeta nos muestra, al explicar algunos
poemas, su caudaloso conocimiento así como su pensamiento filosófico, ético y también
estético. Un libro un poco enciclopédico en donde la razón, como una espada de
fuego helado, se nos clava en el corazón.

Yo tú él… Ello

Quiebra el cristal del alba rayo
tiempo aliento de la nada
inexpresable
nacida del deseo

en
hacha de plata al tono

que
busca la vibración creada

y
escondida en el pasaje 

de la
noche Rompe acaso ahí

la inexpresable
nada que

preguntará
por Un otro en Otro

          Leyendo Diluvio en ocasiones la razón pierde la cabeza en busca del corazón.
Sabe muy bien Miguel Veyrat, el filósofo, que fue Platón quien enfrentó la
poesía con la razón y una de las bases de este libro es precisamente esta
dualidad platónica. Veyrat, el poeta, poetiza, destruyendo, el “logos” y nos
deja claro, lo mismo que para Platón, la importancia de la cultura. Es Diluvio un libro “culto”, un clásico.
Las aguas de este diluvio son griegas y romanas, renacentistas, poesía
ribeteada de poetas ingleses y notas de otras culturas no occidentales. En este
libro de una manera especial uno aprecia y valora lo que dice Auden y sabe
Veyrat:
“A poet is, before anything else, a person who is
passionately in love with language”. Un poeta por encima de todo es una persona
que ama el lenguaje apasionadamente. Y en Diluvio
sentimos la pasión por el “logos” que hace que llegue hasta casi su
destrucción.

Pas-De-Deux caminado
Di que no nos caeremos fuera del ser
cuando en el tiempo del desastre

o diluvio del afuera que cae sobre los
hombres destruidos del limes
inmóviles que caminan solos o con o
tro a igual paso con un paso a
dos igual y lento hacia la grande fuga
tu canción de cuna inconsciente
bebe la leche negra del alba Sulamita

        Diluvio está dividido en diez tormentas con siete truenos, rayos y
relámpagos en cada una de ellas, lo que le confiere al libro un aura numérica y
mística: setenta arcas para salir del diluvio.
           En
la primera sección, “O una lágrima”, que abre con citas de Claudel,  Sophie de Mello y Cioran, está el
planteamiento temático del libro. Hay tres poemas con la misma construcción
semántica que van a ser fundamentales para adentrarnos en el húmedo paisaje de
un diluvio. En el primero el poeta  dice
que “la nube como el amor no tiene género” y en el poema aparecen rayos, ríos,
fuentes, torrenteras, junto a hombres y mujeres “que van juntos a dar en la
vida que fue el morir”.  En el segundo
“la nube como el amor no tiene destino” y en el tercero “la muerte como el amor
son errores”. Ya desde el subtítulo, lágrima, hasta la última palabra del
poema, oleajes, va a predominar en la serie el concepto de una metafísica
húmeda que flota y nos ahoga. El lenguaje, como carbonizado, empieza a crujir,
desaparecen los signos de puntuación, la musicalidad se vuelve átona, el ritmo
es como un Guadiana penitente.
          En “Sus blancos huesos” y en
las tres siguientes “tormentas” el poeta espera al diluvio como si fuera el amor
quien fuera a llegar.  Poemas “de amor”, espacios
cuajados de poderosas imágenes. Es en “Sus blancos huesos” en donde aparece el
primer poema “en prosa” desbordado y desbordante. Va creciendo el libro a la
vez que va diluviando. Y nos vamos sumergiendo en el libro y sentimos como un
rayo en la boca.
          Llega el caos y aparecen
preguntas que no necesitan respuestas, que no tienen signos. Y diluvia y cuesta
encontrar un adjetivo que dé vida y no mate. Llega el desconcierto, la ironía,
el triunfo de la razón perdida, las anchas espaldas del académico, Ulises y
Pitágoras. Y esperar a que canten los muertos. En las últimas estancias del
diluvio la palabra deja de ser palabra, a veces solo tiene sonido, no
significado ni significante, solo signos, balbuceos, piedra rosetta de la muerte, del vacío. Se
acerca el final y el poeta se despide con la clara brasa del “hombre” en la
boca. Después del diluvio no quedará nada que se pueda nombrar. Solo “lo
innominado en cuyo nombre callamos”.


          No nos lo pone fácil el
poeta, que también es filósofo. Diluvio,
no nos engañemos, no es un libro al uso. Un libro que se “entienda” a la
primera de cambio. Diluvio es tan
oscuro como claro, tan barroco y gongorino como luminoso y esperanzador y, posiblemente,
necesitado de un toque de cotidianidad. El poeta retuerce el cuello de la
palabra y nos empuja a que asistamos a su muerte. Posiblemente estamos delante
de uno de los libros más destacados en la obra de Miguel Veyrat y más
arriesgados de la poesía española. Diluvio
es un libro que da un paso adelante en el panorama poético español. Hay que hacer
un esfuerzo para entender, asimilar y disfrutar el universo que ha creado el
poeta. Cuando entramos en él hemos entrado en el mundo de la luz, de la salvación.
Y sabemos que estamos condenados. 


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