Cuadernos de Humo

Un poema eléctrico

LOS NIÑOS DEL FERROCARRIL 
 SEAMUS HEANEY

Cuando subíamos las laderas del desmonte
quedábamos
al mismo nivel que las jicaras
de
los postes del telégrafo y los alambres crepitantes.
Como
un precioso dibujo a mano alzada se curvaban por millas
Y millas al este
y al oeste de nosotros, combados
bajo
el peso de las golondrinas.

Éramos pequeños y pensábamos que no sabíamos nada
que
valiera la pena saber. Pensábamos que las palabras viajaban por los alambres
en las
brillantes bolsas de las gotas de lluvia,

c
ada una de ellas fecundada plenamente por la luz
del firmamento,
el destello de las líneas, y nosotros mismos
tan
infinitesimalmente reducidos
que
podríamos pasar a través del ojo de una aguja.
THE RAILWAY CHILDREN
When we climbed the
slopes of the cutting
We were eye-level with the white cups
Of the telegraph poles and the sizzling wires.

Like lovely freehand they curved for miles
East and miles west beyond us, sagging
Under their burden of swallows.
We were small and thought
we knew nothing
Worth knowing. We thought words travelled the wires
In the shiny pouches of raindrops,
Each one seeded full with
the light
Of the sky, the gleam of the lines, and ourselves
So infinitesimally scaled
We could stream through the eye of a needle. 

       Qué gozo leer poemas como este en donde, como uno siempre repite, se encuentra un universo creado, no una sucesion de “lineas”, que algunos llaman versos, y que solo dicen vaciedades. Un poema de altura, en el doble sentido de la palabra, eléctrico, con musicalidad, cpn metáforas, sonidos y silencios, personajes y asombro y con un cierre que le abre a uno la esperanza. Un poema que viaja en nuestra memoria. 
       Debo el encuentro de este poema a Isabel Salvadores, bibliotecaria de la pública de Gijón y amamte de la poesía, que me preguntó si lo habia traducido. Aquí está, Isabel. Y gracias por darme la oportunidad. 
  Otra nota al margen. La metáfora en inglés “white cups” es muy gráfica y “colorista”, En español sería “aisladores” que no es muy poética que dígamos. Pero uno recuerda el cuento de Clarín, “Adiós, cordera”, donde aparece la palabra “jícara” que ya es otra cosa. La he puesto en bastardilla porque la RAE no la acepta. 

Leave a Comment

Your email address will not be published. Required fields are marked *