Cuadernos de Humo

La segunda piel, Antonio Fernández Lera

                                                 
LA SEGUNDA PIEL: POEMAS LENTOS DE FERNÁNDEZ LERA
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Antonio Fernández Lera
Poemas lentos (2012-2018)
La garza roja, Madrid, 2018.
    Antonio Fernández Lera, 1952,  inaugura con “Poemas lentos” la colección “La
garza roja”.  Consta el libro de cien
poemas, en su mayoría breves, a veces sin puntuación, donde la razón es una de
las principales protagonistas. Poemas en apariencia fríos, abstractos, dentro
del terreno de la metafísica, poemas con preguntas que, en ocasiones, no tienen
respuestas, pequeños textos filosóficos que tratan de la existencia, de la
esencia de las cosas, de la transitoriedad de la vida. No nos dejemos engañar
por las apariencias, que en estos poemas lentos, engañan: entre las ideas, los
axiomas, las dudas aparece la luz, la magia de la poesía, el universo del
poema.
    Es Fernández Lera un poeta que cuenta con
varias publicaciones:
En
“Cuadernos de Cántiga” ha publicado Cuadros escritos (1983), Proyecto
Van Gogh: Entre los paisajes 
(1989), Cuentos melancólicos (1990)
Los ojos paralelos (1991). Ha publicado además: Los
hombres de piedra
 (1990), Plomo caliente / Monos locos y otras
crónicas 
(2000), Leni, mon amour / Newtoniana (2001), Las
huellas del agua
 (Gijón, Trea, 2007). Inéditos: Memoria del
jardín
Las islas del tiempo. Y en el campo de la
traducción tiene obras poéticas y escénicas de W. H. Auden (El mar y el
espejo)
, de W. Shakespeare (Versos del loco) Heiner Müller,
James Merrill, Sarah Kane, Stephen Berkoff, Jenny Holzer y Bruce Naumann, entre
otros. Ha sido editor de “Cuadernos de Cántiga” (junto con Alfredo Buxán, del
que hablamos hace poco de “El rumor”, su último libro, también publicado bajo
la mirada de la garza roja).
    He seleccionado tres poemas, (el 100 es uno
de mis preferidos), que tienen como nexo  a la música “y que no pare nunca”, a
las sombras de la noche, a la presencia de la naturaleza, a la segunda piel. En
los tres se puede observar el estilo personal de Fernández Lera, el dominio de
la imagen, el ordenado desorden de la vida. La lentitud que, poco a poco, nos
lleva a ese “mundo que nos pertenece / hasta que dejamos de existir”.

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