SE HIZO LA LUZ
El primero de enero, después de comer, la bombillita de la estrella que coronaba el árbol de Navidad se apagó.
— Vaya, se funde justo cuando lo íbamos a desmontar. Habrá que comprar otra el año que viene– dijo la madre.
— Iré mañana a Arrows y compraré una de repuesto. Debíamos de tener alguna por aquí.– dijo el padre.
Emmanuel, el hijo, preguntó:
— ¿Por qué se funden las bombillas?
Por la tarde, mientras nevaba, desmontaron y tiraron el árbol y desapareció de la sala el olor a pino y a bosque. Guardaron la estrella, se olvidaron de ella y pasó un año.
De nuevo llegó Navidad y de nuevo los tres fueron a Arrows, el gigantesco almacén edificado a la salida de la ciudad, a comprar el árbol y los regalos. Emmanuel al mirar los cientos de luces que adornaban el almacén se acordó de la estrella que guardaron el año pasado con la bombilla fundida. Se alejó lentamente del lado de sus padres y se arrimó a uno de los árboles con cientos de luces. Cerró los ojos y vio cientos de puntos minúsculos como estrellitas que parpadeaban. Se acercó a ellas y pasó la mano por unas cuantas y notó que estaban calientes. Se fijó en una que estaba casi rozando la base que sostenía al árbol. Parecía especial. La miró, se agachó un poco, curvó el dedo índice y el pulgar, metió las uñas a manera de pinzas, las giró y tiró de la bombilla lentamente. No fue fácil sacarla porque estaba muy ajustada al pequeño casquillo de plástico verde. Dio un tirón al mismo tiempo que sacaba la lengua, y logró desprender la bombillita. En ese mismo momento el almacén se quedó totalmente a oscuras. Se oyeron gritos, luego un silencio y más tarde gente que corría atropellándose. Algunos encendieron los teléfonos móviles. Las escaleras mecánicas y los ascensores se pararon. Alguien dijo que era un atentado, varios niños lloraban, una mujer gritó, los padres de Mike buscaron a su hijo. Sonaron unas sirenas, llegaron los bomberos que iluminaron con grandes reflectores la entrada de la tienda. Salió la gente atropelladamente. Se oyeron ruidos de motores, metálicos. Mike echó a correr y bajó las escaleras de emergencia de tres en tres. El aparcamiento estaba iluminado a rachas con luces que se movían de un lado para otro como si hiciera viento. Buscó el coche. Esperó que llegaran acariciando con la yema del dedo índice la bombillita que todavía guardaba algo de calorcito.
A la mañana siguiente, The Star of Prospect Park, barajaba varias hipótesis: que el apagón en Arrows podía haber sido un acto terrorista, posiblemente de una célula árabe, por otro lado insinuaba que podía haber sido obra de un grupo de venezolanos partidarios de Chávez. Un vecino dijo que él vio a una nave espacial aterrizando en la terraza del almacén, por lo que podría ser cosa de un grupo de extraterrestres. En Cartas al director, vía email, un lector insinuaba que era cosa de un hijo de Satán o de una familia budista.
Llegaron dos ingenieros afroamericanos de Nueva York. Inspeccionaron el almacén, todavía sin luz. El manager, un oriental con fuerte acento en inglés, en una entrevista en WHBD, la emisora de televisión regional, dijo que había habido varios heridos, dos de gravedad y que las pérdidas económicas eran cuantiosas. El jefe de la policía local, un chicano llamado José Carpintero de la Cruz, declaró que no pararían hasta encontrar a los culpables. Una joven afroamericana, Mary Snow, declaró: “El problema en este condado son las minorías”. Los ingenieros, después de consultar con la compañía eléctrica, Light Con, llegaron a la conclusión de que la manera de solucionar el problema, que dicen puede haber sido un sabotaje, es revisar una por una las miles y miles de bombillas de los árboles y de los adornos navideños del almacén ya que alguien arrancó la bombillita madre de todas las bombillas de la ciudad. Había que encontrar el casquillo vacío.
Emmanuel al llegar a casa, bajó al sótano, abrió la caja donde guardaban los adornos de navidad y encontró la estrella que al ser acariciada pareció respirar con dificultad, como si sonriera. Sacó la bombilla del bolsillo, la besó y la metió en la punta de la estrella que se iluminó como un corazón lleno de sangre y de vida y en ese momento se hizo la luz y el almacén se iluminó.
Magnífico cuento lleno de ritmo y repleto de poesía e intención a la vez-