El corazón latía
en la cabeza
y el cerebro dormía
en la fría certeza
de la melancolía.
Perdían la razón
los argumentos
de lo que es el amor:
oscuros sentimientos
que el fuego consumió.
Dos vientos ignorantes
cerrando la ventana:
que salga cuanto antes
la luz enajenada,
sombra de los amantes.
Sabiendo que al tenerte
eres constante huida
esperar a la muerte
que me traiga tu vida
para verte y no verte.
Tinieblas encendidas.