HIDALGO, JUGUETE DE DIOS
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En la prestigiosa colección de “las rayas” de Renacimiento se ha publicado Arderé siempre, una antología poética de José Luis Hidalgo en edición de Rafael Fombellida que abarca desde 1936 hasta 1947 e incluye los libros “Raíz”, “Los animales”, “Los muertos” y otros poemas. Fombellida abre el profundo y luminoso prólogo hablando de una idea que uno, y me imagino que otros poetas o estudiosos de mi generación, teníamos de la vida del poeta cántabro. Uno sentía lástima del hombre, pero por otra parte leía con interés su poesía. Su muerte pronta dio paso a una idea común en la poesía española. “Hidalgo, escribe Fombellida, era el poeta que, con su libro Los muertos, habría predicho nada menos que su propia desaparición. El tópico… impulsó a José Luis Hidalgo hacia la esfera de uno de los grandes mitos del romanticismo… dejando iniciada una obra ya no prometedora sino en sazón, pero a la vez amputada en el arranque mismo de su madurez”.
Uno, que comenzaba a escribir, recuerda leer y releer “Los muertos” que en el curso de Preu se estudiaba, e imitar algunos de sus poemas, especialmente “Estoy maduro”, que resumía la religiosidad por un lado y la rebeldía por otro del joven preuniversitario en una ciudad de provincias. A uno le parecía una oración perfecta, un poema redondo, una despedida y un encuentro. Una entrega.
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En el minucioso y profundo análisis que Fombellida hace de “Los muertos” dice: “El poeta… se aparece insurrecto ante Dios, rebelde ante la muerte, enunciativo, hincado en su razón de ser consciente, arrojando actitudes y preguntas de combate al misterio mayor de nuestro ser, ese finalizar y no saber si se sigue o no se sigue siendo.”
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Esta antología necesaria y que uno recomienda con entusiasmo nos trae a José Luis Hidalgo, juguete de Dios, eterno, brasa viva ardiendo siempre en nuestra memoria. Ayudándonos a vivir sabiendo que vamos a morir.
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