Cuadernos de Humo

Diario ilustrado del mes de mayo.

Hay meses que son como el Guadiana: entran en nuestras vidas y transcurren oscuros y lentos. Otros son ríos caudalosos, que salen a la superficie, como este mayo que acaba de cerrar y dejan su huella.

Este mayo ha tenido un Humo de papel, intentos de captar la ce, la de y la hache que sirviera de logotipo.

Fue, a veces un humo a colores, festivo y feliz, a veces pájaro extraño, de mirada de Polifemo y de raíz cuadrada de la pena,

algún día fue un tablero con elementos de “tierra, mar y aire”,

a veces la casa se pintó de gris y ascendió el humo de la melancolía por caminos de asfaltos, hubo una ocasión en que la casa era de papel con ventanas iluminadas que soportaba una enorme chimenea,

otra vez el humo de Aladino ofreció su ayuda, un jueves fue custodia de Humo Santo con olor a incienso, a mediados de mayo el humo floreció como un incendio (era el amor quien llamaba), humo helado con sabor a ceniza enamorada,

a finales vino la Guerra de las Vertebras y el humo se hizo de acero y le dejó a uno herido, sintiendo por su espalda sapos, culebras, peces de plomo y un dolor rojo,

cuando todo parecía estar perdido alguien llamó a la puerta y al abrirla un grupo de cuatro personas, venidas de lejos y de improviso, felicitaban a uno, con pancartas de grandes letras (hbd) por ser viejo: con su presencia la casa se iluminó y casi desaparecieron los dolores y el 31, antes de que mayo cerrara su casa, nos dejaba tres monedas: la de la esperanza, la del amor y la de la vida para que no le olvidemos.

Y junio comenzaba a respirar.

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