
En este caso, estas “Canciones de colores para niños ciegos”, de Federico Gallego Ripoll, es doblemente un ejemplar único: irrepetible, por un lado, por la luminosa dedicatoria y el precioso dibujo, por otra por el contenido del libro, por el mensaje que encierra dando “un toque de atención sobre el derecho de una de las dobles minoríasmás vulnerables (la infancia y la discapacidad visual)”.
Si nos guiamos por el título pensaríamos que es un libro de poesía infantil, que lo es; pero, también, es una herramienta pedagógica y estética donde lo colores básicos, los sentidosy la música son tres de los principales protagonistas. Un libro, con doce poemas, donde lo sensorial tiene una misión especial.
Abre el libro el poema “Para ver con las manos” donde “los ojos solo ayudan: / es el alma quien ve”. El segundo poema está dedicado al color rojo retratado en mil posturas, envuelto en una brillante letanía de metáforas e imágenes que el lector ve, oye y siente: el fuego, el ruido, el sonido de este color.
El rojo es el color del mediodía,
del claxon de los coches y el verano,
El rojo está en la estufa, en la tetera
y en el ruido cansino del motor de los barcos:
en la taza, al abrir el microondas,
cuando desayunamos tan temprano
que hay que esperar para tomar la leche
a que el rojo sea un rojo anaranjado.
En “Tocayver” podemos sentir y ver cómo quema la nieve, como al tocar la sábana recién planchada veremos el amarillo pálido o cómo sentimos el verde mullido en la hoja del geranio. El poema termina con este astuto e ingenioso resumen:
Si quieres un resumen sencillito
de los colores de este colorario
no es preciso ir muy lejos
para hacer inventario;
toca tu corazón y escucha atento:
sintiendo ese fluir acompasado
verás el arco iris de la vida
con todos los colores enlazados.
Del rojo pasamos al verde que “está en la fruta, en la impaciencia / en las ganas de hacer pis repentinas…”
Uno de nuestros preferidos son “Las notas musicales”
Siete notas de luz, siete colores
que la música alterna y entrelaza.
Es de color tu oído, cuando escuchas
y es de color tu voz cuando tú cantas.
Aparecen juntos el naranja y el morado, despúes llega nuestro favorito: “Los azules pequeños de las cosas”. Sólo por este poema sería obligatorio leer el libro. Es un poema como una cantata o una sinfonía o un salmo, es, sobre todo, un poderoso ejercicio de imaginación y de fuerza poética.
Hay un ángel de azul, que si te nombran,
pinta de azul el nombre de tus letras.
Despues de la orgía del azul llega una letanía al amarillo que acaba así:
Entre tantos amarillos tengo
yo dos de mis preferidos:
amarillo bizcocho
y amarillo … Simpson.
Cierra el libro con “El color más bello”:
Color de ti tiene el mundo.
Tú eres el color más bello.
Los poemas están primorosamente ilustrados por Ana María Alcañiz Lizcano, lo que ayuda a que el libro cobre vida y movimiento.

“Canciones de colores para niños ciegos” está publicado en la colección Ajonjolí, de Ediciones Hiperión y fue galardonado con el “I premio internacional “El pueblo libro” de poesía infantil ilustrada”. Con premio o sin él, estas canciones son para todos: niños ciegos y mayores que creen que lo ven y lo saben todo.