Cuadernos de Humo

Siempre estaré a tu lado, de Miguel Rojo.

                          A NADIE,
PERO MENOS A UN HOMBRE,
UN TATUAJE IMBORRABLE
Miguel Rojo
Siempre
estaré a tu lado
Ediciones Carena, Barcelona
        Al libro le da título un
tatuaje que el protagonista lleva, pero posiblemente debería haberse titulado, “A
nadie, pero menos a un hombre”, una frase que dice el personaje de la novela de
Miguel Rojo “Siempre estaré a tu lado”. Una novela tan real como la vida misma,
políticamente incorrecta, machista, agresiva y violenta. Una novela en la que
una mujer, un hombre y un hijo de siete años componen un mundo de celos, odio,
venganza, donde el protagonista, un hombre herido como un animal descarga todas
sus frustraciones en su hijo Daniel, al que vemos encarcelado, como el profeta,
en la jaula de la vida rodeado de leones que el padre doma a su antojo.
      “Siempre estaré a tu lado”,
aunque es una novela en movimiento, narrada en primera persona, triangular,
tiene muchos vericuetos y escondrijos que invitan al lector a examinarla con interés.
        De estilo fluido, llena de
ideas incorrectas, predispone al lector a odiar al personaje principal, que es
ruin, miserable y cruel. Esta es, posiblemente, una de las virtudes de la
novela: el descarnado realismo, la visión que tiene el protagonista, que aunque
llena de odio, parece ahondar en la psicología de los otros personajes, a pesar
de estar ciego para la suya propia. Ciego por el odio, por la herida a su amor
propio, a su vanidad de macho despreciado, de la que nunca se podrá curar.
        Hablando de la mirada del
protagonista observamos varios niveles narrativos que son los que le dan a la
novela ese aire de texto maldito, rabioso y en ocasiones perverso. A nivel
humano vemos cómo define a la maestra de Daniel: “Era muy joven, llevaba el
pelo cortado casi al cero y tenía un piercing
en el labio inferior… Parecía una tortillera o una colgada de esas que andan
pidiendo pasta por la calle rodeada de un montón de perros sarnoso”. El párrafo
tiene un matiz comparativo ascendente que va de la lesbiana a una colgada y termina
con los perros sarnosos, y un razonamiento muy peculiar donde parece que la
juventud, el corte de pelo y las perforaciones cutáneas predispongan a la homosexualidad.
A nivel político el protagonista compara España y Francia en palabras que
recuerdan el epigrama de Bartrina (“Oyendo hablar a un hombre, fácil es /
acertar dónde vio la luz del sol. / Si os alaba Inglaterra, será inglés, / si
os habla mal de Prusia, es un francés, / y si habla mal de España, es
español”): “… dejamos atrás la mal encarada España y nos encontraos en la
dulce Francia”. A la amable señora de la oficina de turismo francesa la define
como “¡tía en celo buscando macho!”. Al hablar de otras nacionalidades el protagonista
se atreve a pensar de esta manera: “… el tío era un francés (¿de la dulce
Francia, nos preguntamos nosotros?) de origen marroquí o argelino descendiente
de padres muertos de hambre que, seguro, cuidaban cabras en el Atlas o donde fuera”.  Uno tiene la suerte de conocer al novelista y
eso hace que uno admire doblemente la novela. Miguel Rojo es un hombre liberal,
renacentista, inteligente y ha demostrado al escribir “Siempre estaré a tu lado”
guardar una distancia entre el narrador y el autor, lo que hace que la novela perturbe
al lector, le empuje a seguir leyéndola, y a admirar la valentía del novelista
al crear un personaje tan emocionalmente despreciable que arruina varias vidas
en el proceso de destruir la suya propia.
     La novela está dividida en cinco
días y se lee fácilmente por la habilidad estilística del autor que nos impide
interrumpir la lectura. Hay personajes secundarios interesantes que no están
desarrollados porque es el odio inmenso del protagonista el que acapara la
atención. “Siempre estaré a tu lado” cinco días de realismo, ternura amarga, celos,
venganza y un amor mal entendido que no justifica la crueldad final.
  
       

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