Cuadernos de Humo

Tríptico para un retablo

(1) El azogue y la plata, de Teo Serna, es un libro que quema, a veces balanceándose en la discutible cuerda floja del surrealismo, con un sesgo culturalista y una atmósfera de modo imperativo, un libro con metáforas como chispas de pedernales y fuego mojado. Un catálogo de pronombres, donde el yo poético es, en ocasiones, conflictivo, amargo, tirado en la cuneta de la melancolía. Un libro en donde la palabra (el discurso) es como un campo sembrado de bombas.

(II) El libro “es una vidriera que se pueda leer por trozos o se pueda apreciar en conjunto. Teselas también. Hay veces en que uno mira el agua y ve solo reflejos, destellos, luces sueltas. Pero el sonido de la corriente permanece. Yo he tratado de mirar y de escuchar a un tiempo. Sí algo he logrado capturar, será un residuo de poesía, algo de ceniza quemada“.

(3) Es un museo, una fábrica, un túnel y un molino donde el azogue muele la harina del cristal de la poesía y la plata enturbia la tristeza.

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