FRANCISCO
ÁLVAREZ VELASCO FRENTE A UN ESPEJO.
ÁLVAREZ VELASCO FRENTE A UN ESPEJO.
Noticia de un
libro escrita en tres tiempos y a dos voces
libro escrita en tres tiempos y a dos voces
Francisco Álvarez Velasco
Gregor Samsa
frente a la ventana
frente a la ventana
Poesia Hiperión, 2015
Intrigado por
el título del libro escribí una carta al poeta pidiéndole ayuda. Su respuesta
es una de la mejores reseñas que se pueden escribir.
el título del libro escribí una carta al poeta pidiéndole ayuda. Su respuesta
es una de la mejores reseñas que se pueden escribir.
Querido Paco: Primero agradecerte el envío del libro
con la espléndida dedicatoria para los dos y el regalo del poema Nacimiento de Venus -Playa de San Lorenzo–
que me dedicas. Quisiera preguntarte, no siempre tiene uno a un poeta de
guardia, que me ilumines algunos puntos que no tengo claros. Está visto que la
vejez ensombrece el ingenio, si es que alguna vez lo hubo.
con la espléndida dedicatoria para los dos y el regalo del poema Nacimiento de Venus -Playa de San Lorenzo–
que me dedicas. Quisiera preguntarte, no siempre tiene uno a un poeta de
guardia, que me ilumines algunos puntos que no tengo claros. Está visto que la
vejez ensombrece el ingenio, si es que alguna vez lo hubo.
Conozco la novela de Kafka y estoy familiarizado con
la historia del título y la polémica cuando Ungeziefe se traduce como insecto. El título de tu libro ¿se ha de
entender desde un punto de vista kafkiano o simplemente literario? ¿Por qué
Kafka? ¿Por qué frente a la ventana? ¿Antes de convertirse en escarabajo
volador o después? El poema que da nombre al libro, no parece tener ninguna
conexión con la novela. ¿La poderosa metáfora de las dos bisagras oxidadas en
el poema que da nombre al libro es una referencia a las alas del escarabajo? ¿Es
Samsa el poeta en su propia ventana contemplando un paisaje vivido y ahora
soñado y a lo mejor idealizado o tal vez desproporcionado?
la historia del título y la polémica cuando Ungeziefe se traduce como insecto. El título de tu libro ¿se ha de
entender desde un punto de vista kafkiano o simplemente literario? ¿Por qué
Kafka? ¿Por qué frente a la ventana? ¿Antes de convertirse en escarabajo
volador o después? El poema que da nombre al libro, no parece tener ninguna
conexión con la novela. ¿La poderosa metáfora de las dos bisagras oxidadas en
el poema que da nombre al libro es una referencia a las alas del escarabajo? ¿Es
Samsa el poeta en su propia ventana contemplando un paisaje vivido y ahora
soñado y a lo mejor idealizado o tal vez desproporcionado?
Tengo que decirte de entrada que el libro redondea
tu obra, es un “cántico” global de tu mundo poético, un retablo rural que
propone, sobre todo, una cuestión moral, posiblemente el tema del libro. Y lo es
porque la mirada del “personaje” que contempla el paisaje es a veces tierna
y otras es una mirada airada: dilema entre el bien y el mal. Un mendigo bajo el
puente piensa repetidamente que “el mundo está bien hecho”, pero también hay “pañuelos
del adiós en la estación”, “el polvo de la sed en la garganta”, “la herida
abierta que dejo la espina”, “la lezna del centeno por los ojos” el dolor de la
huida en el costado”, versos del poema “Cinco sentidos” que, a mi entender es
uno de los mejores del libro y que tengo como favorito. También Gregorio Samsa frente a la ventana es un
libro que condensa tu visión del mundo y tu trayectoria poética, ideológica,
amorosa, intelectual y humana. El libro abre una ventana y nos ofrece un
paisaje que ya conocemos en tu obra, y que nos muestra tu “mester”, tu voz
poética reconocible y verdadera. Tu
universo poético crece y vive en la naturaleza, los poemas son “exteriores”,
flotan en el caos y el orden, la luz y las tinieblas, vuelan libres. Y el
cielo, el agua, el aire, el fuego son cuatro pilares que sustentan parte del
libro. Hay poemas de tendencia “social”, con toques intertextuales que
engarzan tu obra total y nos enseña algunas de tus preferencias y afectos.
Frente al despliegue de exterioridad los únicos poemas que son “interiores”
(dos o tres) son los de “amor”, y las palabras a la amante se repiten y se
perpetúan aquí y en otros de tus libros porque amar es un acto de sublime
repetición. ¿Qué hace Samsa frente a la ventana? ¿Es la ventana un espejo? Posiblemente
todos somos un poco Samsa que tenemos delante de nuestras vidas una ventana.
tu obra, es un “cántico” global de tu mundo poético, un retablo rural que
propone, sobre todo, una cuestión moral, posiblemente el tema del libro. Y lo es
porque la mirada del “personaje” que contempla el paisaje es a veces tierna
y otras es una mirada airada: dilema entre el bien y el mal. Un mendigo bajo el
puente piensa repetidamente que “el mundo está bien hecho”, pero también hay “pañuelos
del adiós en la estación”, “el polvo de la sed en la garganta”, “la herida
abierta que dejo la espina”, “la lezna del centeno por los ojos” el dolor de la
huida en el costado”, versos del poema “Cinco sentidos” que, a mi entender es
uno de los mejores del libro y que tengo como favorito. También Gregorio Samsa frente a la ventana es un
libro que condensa tu visión del mundo y tu trayectoria poética, ideológica,
amorosa, intelectual y humana. El libro abre una ventana y nos ofrece un
paisaje que ya conocemos en tu obra, y que nos muestra tu “mester”, tu voz
poética reconocible y verdadera. Tu
universo poético crece y vive en la naturaleza, los poemas son “exteriores”,
flotan en el caos y el orden, la luz y las tinieblas, vuelan libres. Y el
cielo, el agua, el aire, el fuego son cuatro pilares que sustentan parte del
libro. Hay poemas de tendencia “social”, con toques intertextuales que
engarzan tu obra total y nos enseña algunas de tus preferencias y afectos.
Frente al despliegue de exterioridad los únicos poemas que son “interiores”
(dos o tres) son los de “amor”, y las palabras a la amante se repiten y se
perpetúan aquí y en otros de tus libros porque amar es un acto de sublime
repetición. ¿Qué hace Samsa frente a la ventana? ¿Es la ventana un espejo? Posiblemente
todos somos un poco Samsa que tenemos delante de nuestras vidas una ventana.
Aparte de esto, el libro es de una sobriedad
ejemplar. Como sabemos, el adjetivo que no da vida, mata. En este caso tu libro
está lleno de vida ya que lo usas en el momento razonable. Es un libro lleno de
conocimiento, de experiencia, de inteligencia y de control poético. Y mucho
más. Yo veo a Francisco Álvarez Velasco frente a un espejo. Un abrazo
ejemplar. Como sabemos, el adjetivo que no da vida, mata. En este caso tu libro
está lleno de vida ya que lo usas en el momento razonable. Es un libro lleno de
conocimiento, de experiencia, de inteligencia y de control poético. Y mucho
más. Yo veo a Francisco Álvarez Velasco frente a un espejo. Un abrazo
El último poema –“Poema”- quiere ser metapoesía y
colofón para cualquier libro de poesía: Un poema siempre está muerto en el
libro, y solo vive cuando alguien lo lee. El tú gramatical es el mismo poema y
a él se le habla. El libro –creo que ya te lo dije- durante tiempo se llamó Retablo de la crueldad y la ternura. Ese
título me pareció demasiado denotativo y terminé sustituyéndolo por el de un
poema que me parece esencial y puede subrayar el eje temático del libro. Este
eje es más explícito en el epígrafe inicial de Vallejo: “La cólera del pobre
tiene una aceite contra dos vinagres”. Solo una gota de ternura contra el
doble de crueldad. El epígrafe ya abría mi primer libro, Tiempo de maldición, y lo desarrollo en el poema “Sistema
distributivo”. Aceite y vinagre aparecen en otras páginas. En el poema “Gregor
Samsa…” también hay aceite –ansias de tener dos gotas de aceite- contra el
vinagre, que se connota en el óxido de las bisagras. Lo que anhela Samsa
es poder salir de su reclusión en un mundo cruel hacia otro más tierno con
brisa, luz… O, simplemente, ser testigo de un mundo mejor. En mi
intención, pues, no hay ninguna referencia a la condición de insecto. La
ventana es un elemento fundamental en La
Metamorfosis, a ella se refiere varias veces. Me han inspirado frases como
esta “hubiera podido creer que su ventana daba a un desierto, en el cual se
fundían indistintamente el cielo y la tierra por igual grises”. En la misma
línea de apoyos literarios para el poema, hay un texto breve de Kafka que
siempre me ha impresionado: La ventana
que da a la calle: “Quien vive solo y, sin embargo, desea en algún momento
unirse a alguien; quien en consideración a los cambios del ritmo diario, al
clima, a las relaciones laborales y a otras cosas semejantes quiere ver, sin
más, un brazo cualquiera en el que poder apoyarse, esa persona no podrá seguir
mucho tiempo sin una ventana que dé a la calle. Y le ocurre que no busca nada,
sólo aparece ante el alféizar de la ventana como un hombre cansado, abriendo y
cerrando los ojos entre el público y el cielo, y tampoco quiere nada, e inclina
la cabeza ligeramente hacia atrás, así le arrastran hacia abajo los caballos
con el séquito formado por el coche y el ruido hasta que, finalmente, alcanza
la armonía humana”. El libro tiene claves personales y es un inventario de lo
que queda en mi memoria de la crueldad y la ternura en las que he participado o
he sido testigo presencial o simplemente como lector. Ahí está la crueldad de
los niños, por ejemplo, que Unamuno lleva a sus Recuerdos de niñez y mocedad. La crueldad está en meter una paja
por el culo de una rana para hincharla, en hacer fumar a un murciélago
crucificado, en la tormenta con rayos que hacía encender un cirio a Santa
Bárbara, en los cadáveres de animales o personas atados a los árboles, en
el rito de los enterramientos a los que acudíamos obligatoriamente los niños… La
ternura está en los niños echando migas a los gorriones, en la madre que
corta rebanadas de pan para hacer las sopas de ajo, en la mano de Luna cuando
era un bebé y parecía querer atrapar el aire, en el que se despide en la
estación, en darle de comer a los animales, en la belleza, en la ingenuidad de
un niño que había robado los huevos de un nido y esperaba el milagro de ver
salir los pajarillos… “Piel de vaca” es uno de mis poemas preferidos. Tiene
palabras que ignorarás: “cornales”, tiras de cuero para uncir la cabeza de los
animales al yugo; “sobeo”, una tira de cuero para sujetar el arado o el carro
al yugo. Y mi recuerdo es muy vivo: cómo se mataba una vaca, en la época
de la matanza (dos gochos, una vaca, alguna cabra –vaca y cabras para la
cecina-) y después el aprovechamiento de la piel, que se curtía con sal y
serrín. “Noviembre, MMXII”: mi madre murió ese día a las cuatro de la tarde es
un recuerdo muy fiel de los momentos finales. “La rica merienda del verano” y
“las voces por el río”: yo solía escaparme al río a bañarme o a pescar y mi
madre estaba obsesionada con que pudiera ahogarme (antes de la construcción del
pantano de los Barrios de Luna era un río muy peligroso, con muertes casi todos
los años); la merienda del verano era “rica” porque para los meses de la siega
y la trilla se reservaba lo mejor del cerdo y la vaca curados: lomo embuchado,
cecina… Esas, Hilario, son algunas notas que espero te ayuden, aunque las
explicaciones pueden echar a perder la libertad del lector, cuyas experiencias
son muy otras. Un fuerte abrazo. Paco
colofón para cualquier libro de poesía: Un poema siempre está muerto en el
libro, y solo vive cuando alguien lo lee. El tú gramatical es el mismo poema y
a él se le habla. El libro –creo que ya te lo dije- durante tiempo se llamó Retablo de la crueldad y la ternura. Ese
título me pareció demasiado denotativo y terminé sustituyéndolo por el de un
poema que me parece esencial y puede subrayar el eje temático del libro. Este
eje es más explícito en el epígrafe inicial de Vallejo: “La cólera del pobre
tiene una aceite contra dos vinagres”. Solo una gota de ternura contra el
doble de crueldad. El epígrafe ya abría mi primer libro, Tiempo de maldición, y lo desarrollo en el poema “Sistema
distributivo”. Aceite y vinagre aparecen en otras páginas. En el poema “Gregor
Samsa…” también hay aceite –ansias de tener dos gotas de aceite- contra el
vinagre, que se connota en el óxido de las bisagras. Lo que anhela Samsa
es poder salir de su reclusión en un mundo cruel hacia otro más tierno con
brisa, luz… O, simplemente, ser testigo de un mundo mejor. En mi
intención, pues, no hay ninguna referencia a la condición de insecto. La
ventana es un elemento fundamental en La
Metamorfosis, a ella se refiere varias veces. Me han inspirado frases como
esta “hubiera podido creer que su ventana daba a un desierto, en el cual se
fundían indistintamente el cielo y la tierra por igual grises”. En la misma
línea de apoyos literarios para el poema, hay un texto breve de Kafka que
siempre me ha impresionado: La ventana
que da a la calle: “Quien vive solo y, sin embargo, desea en algún momento
unirse a alguien; quien en consideración a los cambios del ritmo diario, al
clima, a las relaciones laborales y a otras cosas semejantes quiere ver, sin
más, un brazo cualquiera en el que poder apoyarse, esa persona no podrá seguir
mucho tiempo sin una ventana que dé a la calle. Y le ocurre que no busca nada,
sólo aparece ante el alféizar de la ventana como un hombre cansado, abriendo y
cerrando los ojos entre el público y el cielo, y tampoco quiere nada, e inclina
la cabeza ligeramente hacia atrás, así le arrastran hacia abajo los caballos
con el séquito formado por el coche y el ruido hasta que, finalmente, alcanza
la armonía humana”. El libro tiene claves personales y es un inventario de lo
que queda en mi memoria de la crueldad y la ternura en las que he participado o
he sido testigo presencial o simplemente como lector. Ahí está la crueldad de
los niños, por ejemplo, que Unamuno lleva a sus Recuerdos de niñez y mocedad. La crueldad está en meter una paja
por el culo de una rana para hincharla, en hacer fumar a un murciélago
crucificado, en la tormenta con rayos que hacía encender un cirio a Santa
Bárbara, en los cadáveres de animales o personas atados a los árboles, en
el rito de los enterramientos a los que acudíamos obligatoriamente los niños… La
ternura está en los niños echando migas a los gorriones, en la madre que
corta rebanadas de pan para hacer las sopas de ajo, en la mano de Luna cuando
era un bebé y parecía querer atrapar el aire, en el que se despide en la
estación, en darle de comer a los animales, en la belleza, en la ingenuidad de
un niño que había robado los huevos de un nido y esperaba el milagro de ver
salir los pajarillos… “Piel de vaca” es uno de mis poemas preferidos. Tiene
palabras que ignorarás: “cornales”, tiras de cuero para uncir la cabeza de los
animales al yugo; “sobeo”, una tira de cuero para sujetar el arado o el carro
al yugo. Y mi recuerdo es muy vivo: cómo se mataba una vaca, en la época
de la matanza (dos gochos, una vaca, alguna cabra –vaca y cabras para la
cecina-) y después el aprovechamiento de la piel, que se curtía con sal y
serrín. “Noviembre, MMXII”: mi madre murió ese día a las cuatro de la tarde es
un recuerdo muy fiel de los momentos finales. “La rica merienda del verano” y
“las voces por el río”: yo solía escaparme al río a bañarme o a pescar y mi
madre estaba obsesionada con que pudiera ahogarme (antes de la construcción del
pantano de los Barrios de Luna era un río muy peligroso, con muertes casi todos
los años); la merienda del verano era “rica” porque para los meses de la siega
y la trilla se reservaba lo mejor del cerdo y la vaca curados: lomo embuchado,
cecina… Esas, Hilario, son algunas notas que espero te ayuden, aunque las
explicaciones pueden echar a perder la libertad del lector, cuyas experiencias
son muy otras. Un fuerte abrazo. Paco
Muchas gracias. Me alegro saber que “Piel de vaca”
es tu poema preferido y en efecto había palabras que no conocía. Lo he vuelto a
leer. Lo bueno de tu carta y de tu libro es que me acompañan en estos días de
otoño cortos y plomizos y me ensanchan el horizonte. Ni que decir tiene que tu
carta me ha ayudado mucho para escribir la nota que voy a hacer. Pero aparte de
lo que me vaya a ayudar, me ha
confirmado lo que sabía: que eres un poeta de cuerpo entero: que lo que haces,
lo siente, lo racionalizas y lo dejas reposar en tu corazón. Tus ideas me han
iluminado el camino, pero como tú dices: “Las explicaciones pueden echar a
perder la libertad del lector, cuyas experiencias son muy otras”. En este
caso tus explicaciones son un documento precioso no solo para aprender la
mecánica del libro y su proceso creativo. Estas explicaciones son una lección
para todos lo que seguimos tu carrera, querido profesor, pero sobre todo para
los jóvenes poetas que tanto tienen que aprender. Ahora ya sé lo que hace
Gregor frente a la ventana. Se canta lo que se pierde, ya se sabe, pero también,
en cierto modo, el que lo canta pierde lo que ha cantado. Y ahí está la
magia de la poesía: que otro pueda recoger esa pérdida, hacerla suya y vivir
enriquecido en ella y por ella.
es tu poema preferido y en efecto había palabras que no conocía. Lo he vuelto a
leer. Lo bueno de tu carta y de tu libro es que me acompañan en estos días de
otoño cortos y plomizos y me ensanchan el horizonte. Ni que decir tiene que tu
carta me ha ayudado mucho para escribir la nota que voy a hacer. Pero aparte de
lo que me vaya a ayudar, me ha
confirmado lo que sabía: que eres un poeta de cuerpo entero: que lo que haces,
lo siente, lo racionalizas y lo dejas reposar en tu corazón. Tus ideas me han
iluminado el camino, pero como tú dices: “Las explicaciones pueden echar a
perder la libertad del lector, cuyas experiencias son muy otras”. En este
caso tus explicaciones son un documento precioso no solo para aprender la
mecánica del libro y su proceso creativo. Estas explicaciones son una lección
para todos lo que seguimos tu carrera, querido profesor, pero sobre todo para
los jóvenes poetas que tanto tienen que aprender. Ahora ya sé lo que hace
Gregor frente a la ventana. Se canta lo que se pierde, ya se sabe, pero también,
en cierto modo, el que lo canta pierde lo que ha cantado. Y ahí está la
magia de la poesía: que otro pueda recoger esa pérdida, hacerla suya y vivir
enriquecido en ella y por ella.