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Don Francisco, el
sacerdote que decía la misa de las once en la iglesia de Santo Tomé llevaba, en
pleno agosto, sotana, dulleta, bufanda y sombrero. En invierno además añadía
guantes y una capa que se enarbolaba alrededor de su cuerpo con la sola
excepción de los ojos. Era delgado, nervioso, antipático y presumido. Durante la misa todas las puertas de la iglesia tenían
que estar cerradas. Me pregunto cómo no se constipaba al abrir la puertecita
del sagrario… En aquellos tiempos se decía la misa de espaldas a los fieles,
pero don Francisco sabía, no importaba que fuera el momento de la consagración,
de la comunión o del lavatorio de manos, cuando una puerta se abría. Tenía un olfato para las puertas abiertas. Si la puerta se abría en el momento en que
tenía el cáliz o la hostia ofreciéndoselo a los fieles,
dejaba lo que estaba haciendo y a voz en cuello gritaba: “¡Esa puerta! Hay
corriente.” Una vez cerrada la puerta continuaba con su rutina. Era un sacerdote como del siglo XIX, con un
latín de carrerilla, una misa mecánica, como por obligación. Pero tenía una
buena cosa que algunos apreciábamos: era el más rápido de todos los otros curas
que decían las misas de la mañana. En veinte minutos, si no se abrían muchas
puertas, el cura maniático estaba diciendo “Item misa est” y nosotros saliendo
corriendo a jugar al Paseo del Transito.
sacerdote que decía la misa de las once en la iglesia de Santo Tomé llevaba, en
pleno agosto, sotana, dulleta, bufanda y sombrero. En invierno además añadía
guantes y una capa que se enarbolaba alrededor de su cuerpo con la sola
excepción de los ojos. Era delgado, nervioso, antipático y presumido. Durante la misa todas las puertas de la iglesia tenían
que estar cerradas. Me pregunto cómo no se constipaba al abrir la puertecita
del sagrario… En aquellos tiempos se decía la misa de espaldas a los fieles,
pero don Francisco sabía, no importaba que fuera el momento de la consagración,
de la comunión o del lavatorio de manos, cuando una puerta se abría. Tenía un olfato para las puertas abiertas. Si la puerta se abría en el momento en que
tenía el cáliz o la hostia ofreciéndoselo a los fieles,
dejaba lo que estaba haciendo y a voz en cuello gritaba: “¡Esa puerta! Hay
corriente.” Una vez cerrada la puerta continuaba con su rutina. Era un sacerdote como del siglo XIX, con un
latín de carrerilla, una misa mecánica, como por obligación. Pero tenía una
buena cosa que algunos apreciábamos: era el más rápido de todos los otros curas
que decían las misas de la mañana. En veinte minutos, si no se abrían muchas
puertas, el cura maniático estaba diciendo “Item misa est” y nosotros saliendo
corriendo a jugar al Paseo del Transito.
Hilario, tus jueves con sombra trabajan para la memoria. Aunque a miles de kilómetros y en latitudes diferentes, los recuerdos se asemejan. Años 60, colegio de monjas, misa diaria antes del inicio de las clases, curas salesianos venidos de Italia con un acento hasta el día de hoy inconfundible, sucesores todos de Don Bosco y esas misas en latín vueltos hacia el altar, frío, allá en el confín del mundo y también en las almas. Resuenan en mi oído los Kyrie eleison.. Christe eleison. Kyrie eleison. y esas confesiones obligadas, inventando pecados en una niña de 7 años. ¡Vade retro!
Muchas gracias, Beatriz. Yo no dejo de asombrarme de la magia de este mundo internetico: tan lejos y tan cerca…
Mientras iba leyendo paseaba por esos corredores de ese santo lugar. Santo Tomé, recuerdos nostálgicos de tantos pasos dados por ese joyero de España, Toledo, y nuestro pintor exquisito El Greco.
Saludos
Gracias, amiga. Es que Santo tomé es mucho barrio 🙂
La memoria alborota con sombras recobradas. Qué grata confidencia tu operación rescate. La infancia siempre vive deprisa y necesita puertas abiertas, aunque sea para salir de misa. Un abrazo, poeta. Nosotros los de entonces…
Solo por recibir estas palabras, que valen una misa, vale la pena tener este blog. Muchas gracias, amigo
Lol! Don Paco sabía muy bien lo que estaba haciendo; mientras más rápida su misa,mas cristianos y por supuesto más ofendas. Muy listo Don Francisco!
Como me agrada y alegra el LEERTE
Y a mí que me leas 😉