Cuadernos de Humo

Antologia de poetas toledanos menores IX


Las
clases de literatura de don Higinio Berruguete, un hombre desabrido y arisco,  eran la crónica de su vida como bibliotecario,
como persona influyente, como hombre prestigioso en la ciudad, hasta como
académico de la de Toledo. A veces también nos hablaba de Garcilaso. Cuando
Franco le recibió en El Pardo la clase fue la narración detallada de la visita
y de cómo el general estaba sentado detrás de una enorme ventana por la que
entraba un chorro de luz que cegaba al visitante y envolvía a Franco en una
nube que le daba un aire de espectro y de ser inalcanzable. El día en que
saludó a la princesa Sofía en griego, nos habló de Homero. Ganó la Flor Natural
de los Juegos Florales del Barro celebrados en Talavera, un hito en su vida de
poeta. Publicó en la colección Paseo del
tránsito
,  que dirigía la poetisa
Eduarda Sarraceno, un opúsculo titulado Poemas
lóbregos. Don Joaquín de Entrambasaguas,
amigo y compañero de promoción de don Higinio, escribió una reseña elogiosa que
se  publicó en Poesía española, dirigida por García Nieto. El libro se presentó en
un solemne acto, con la asistencia de las autoridades civiles y militares, en
el Salón de Mesa. He encontrado un ejemplar en Amazon dedicado por don Higinio
al escultor Victorio Macho. Publicamos con dudas este soneto inédito que hemos
localizado en el Archivo Municipal del Ayuntamiento de la Ciudad Imperial. ¿Lo
escribió el profesor Berruguete?  Una
placa borrosa y con adornos de excrementos de palomas recuerda la casa donde
vivió. Poco queda de su obra, de su poder y de su autoridad.  Nada de su ajetreada vida. Todo al final es
combustible.
                                   Todo cuerpo
al final es comestible,
                                  
requemado con ascuas silenciosas,
                                  
envuelto en el perfume de las rosas,
                                  
la pasión espumante y combustible.

                                  
La belleza es un gesto imperceptible
                                  
como lo es el alma de las cosas,
                                  
imágenes sin lienzo, misteriosas,
                                  
un trazo inconsistente e irreversible.

                                  
Cuando el cuerpo se cubra con agravios,
                                  
la piel se te derrita en polvo y nada
                                  
y amanezca la luz con cal espesa,

                                  
no olvides que tuviste por los labios
                                  
el carbón de tu lengua enamorada.
                                  
No olvides que el amor es lo que pesa.

5 thoughts on “Antologia de poetas toledanos menores IX”

  1. Higorca Gómez Carrasco

    El tiempo también quema, ha veces nos fijamos en la belleza que tenemos a la vista y olvidamos lo primordial, la interior ¿Será o no será? Pero a fin de cuentas tampoco esta mal, podemos aplicarla y pensar que… una vida ajetreada y al final ¿? simplemente queda eso, una placa utilizada por las palomas como símbolo… ¿quizás?

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