http://www.abc.es/toledo/ciudad/20150201/abci-nuestro-poeta-hilario-barrero-201502011325.html
Cuando yo era niño creía que el señor Miguel a la vez que sacristán de la Iglesia de Santo Tomé era también uno de los personajes de «El entierro del Conde de Orgaz». Sobre todo cuando iba revestido de sotana y roquete. El señor Miguel era alto, delgado, manos sin acabar, de dedos largos, rostro alargado,
mirada perdida y una sonrisa fúnebre. Yo me lo imaginaba saliendo del
lienzo, asistiendo al culto y volviendo a entrar en la pintura a pasar
la noche en compañía de los personajes. El señor Miguel tocó las
campanas a muerto durante muchos años, asistió a mi bautizo y cantó una y otra vez, sin fe o con ella,
en un latín de andar por casa, el Libera me, Domine, el Tantum ergo y
el Pange, lingua. Yo llegué a pensar que cuando se retiró de sacristán
se quedó a vivir para siempre en el cuadro que se sabía de memoria. Todavía ahora, cuando miro el lienzo, lo veo a mano derecha, medio escondido, un rostro brumoso, mirándome de reojo con una mirada perdida, protegido con la sobrepelliz como la niebla y un dolor húmedo en los huesos, el mismo dolor que siento yo ahora que es invierno y nieva en Nueva