Jueves, 6. – Conceden el
Nobel de Literatura al poeta Tomas Tranströmer.La casa huele
a canela y a mermelada de ciruelas. Es un olorque, como la
música en el poema «Allegro» del premio Nobel, se filtraa través de
las paredes, de las ventanas sin romper los cristales. Unolor que trae
entre su pico el recuerdo de una madre, de una ciudadgris y
agobiante, de una infancia feliz, con días fríos con la escarchapegada en los
cristales del balcón. Otra música, el aria de AndreaChenier, «Come un
bel dì di maggio», cantada por Ben Heppner,unta la casa
de niebla. Fuera la noche tiene una claridad de nochesanta, ya el
otoño a las puertas, caballo ocre con herrajes de platasucia. Hace
años, cuando descubrí a Tranströmer, fue como descubriruna nueva
estrella, un imán orientado a la noche, a la música,a la
claridad, al paisaje, a la pintura. Ya es un nombre cincelado enpiedra y ya
ha perdido la fuerza del anonimato, la magia de lo pococonocido, de lo minoritario.(De Nueva York a diario, octubre, 2012).
Hermoso, Hilario. Oportuno recuerdo. Abrazos.
Muchas gracias, Alvaro.