CORREO DE ESPAÑA. (1)
Cuando uno está lejos de su tierra lo añora casi todo: desde la luz, la sombra, el esplendor de una tarde de abril, el perfume de una rosa recién abierta, el recuerdo de la
madre y los primeros amores, hasta el sabor de una torrija el día de Jueves Santo, el olor al jabón
Heno de Pravia o el dulce lenguaje del mazapán. Si son publicaciones, ya sean
en forma de libros, revistas, separatas, dibujos, son todavía mejor
bienvenidas. Lo son, entre otras cosas, porque no caducan, como las anchoas
Emilia (que me manda mi amiga María José Muñoz) y que al comerlas hacen
sentirme culpable al saber que eran las predilectas del Señor Zapatero. Algunas
de las cosas añoradas, con lo de la globalización, se pueden encontrar en la
tienda de mi barrio. Daremos cuenta de los que nos va llegando…
Hoy
me llega alimento para los sentidos con el número 4 de la revista Anáfora que se publica en Oviedo. Detalle
de uno de los coordinadores, Pablo Núñez, que se agradece. Hay poemas de Baltanás,
Bautista, Sirvent, Bagué Quiles y Javier García Rodríguez, entre otros. Cierra
la sección de poesía un divertimento en tres tiempos sobre el tema “A quién
obsequiaré con mi librito” ilustrado con un poema de Catulo, otro de Marcial y
otro de Ausonio. La nota y la traducción son de Rodrigo Olay y Paulino
Pandiella. En la sección de “prosa” nos encontramos con un texto precioso de
Cilleruelo (que es más poesía que prosa) titulado “No todos los días”: “Que
haya un puente de piedra. Que la corriente lo abrace por la cintura cariñosa, y
después sin decir nada se vaya y yo me quede aquí. Y por su arena transiten
carruajes… Y me tiemble la mano cuando escribía
las cartas…”. Un artículo informativo y
oportuno de Ángel Alonso en el que da noticia del nacimiento de la revista Orpheu y dos “prosas” de Susana Benet.
La entrevista la hace Carlos Iglesias a
J. Cercas y cierran, este número de abril, ocho breves y agudas reseñas. Uno se
alegra con la llegada de esta revista por muchos motivos: desde la portada (diseñada
por Marina Lobo con tanto acierto y vigor) hasta la última página me traen el
latido de muchos amigos, el recuerdo y la presencia de una ciudad a la que me
siento vinculado, unos textos de primera y al ver cómo la revista crece y se
afianza me llena de alegría el tesón, la perseverancia y la entrega que demuestran los responsables para que Anáfora sigue
adelante.
me llega alimento para los sentidos con el número 4 de la revista Anáfora que se publica en Oviedo. Detalle
de uno de los coordinadores, Pablo Núñez, que se agradece. Hay poemas de Baltanás,
Bautista, Sirvent, Bagué Quiles y Javier García Rodríguez, entre otros. Cierra
la sección de poesía un divertimento en tres tiempos sobre el tema “A quién
obsequiaré con mi librito” ilustrado con un poema de Catulo, otro de Marcial y
otro de Ausonio. La nota y la traducción son de Rodrigo Olay y Paulino
Pandiella. En la sección de “prosa” nos encontramos con un texto precioso de
Cilleruelo (que es más poesía que prosa) titulado “No todos los días”: “Que
haya un puente de piedra. Que la corriente lo abrace por la cintura cariñosa, y
después sin decir nada se vaya y yo me quede aquí. Y por su arena transiten
carruajes… Y me tiemble la mano cuando escribía
las cartas…”. Un artículo informativo y
oportuno de Ángel Alonso en el que da noticia del nacimiento de la revista Orpheu y dos “prosas” de Susana Benet.
La entrevista la hace Carlos Iglesias a
J. Cercas y cierran, este número de abril, ocho breves y agudas reseñas. Uno se
alegra con la llegada de esta revista por muchos motivos: desde la portada (diseñada
por Marina Lobo con tanto acierto y vigor) hasta la última página me traen el
latido de muchos amigos, el recuerdo y la presencia de una ciudad a la que me
siento vinculado, unos textos de primera y al ver cómo la revista crece y se
afianza me llena de alegría el tesón, la perseverancia y la entrega que demuestran los responsables para que Anáfora sigue
adelante.
Junto a la revista me llega un ejemplar de Ahora, que editado por Renacimiento
(2009) recoge la poesía de Vicente García desde 1992 a 2008. Un libro que uno
estaba deseando de leer. Un regalo inesperado y que se agradece doblemente.
(2009) recoge la poesía de Vicente García desde 1992 a 2008. Un libro que uno
estaba deseando de leer. Un regalo inesperado y que se agradece doblemente.
¡Qué diferente se debe de ver todo desde ahí lejos!, ¡y se deben de añorar tantas cosas agradables de este pequeño pero tan mal avenido país!.
Been there before… so many many years ago.