Cuadernos de Humo

Palabras

Ayer, Felipe Sérvulo, que colecciona postales “románticas” de colores pálidos y desvaídos con versos chorreando miel, me mandó un audio con uno de los textos de Adiós, Toledo. En tiempos frágiles, cuando se pierde el valor del tiempo y el perfume de la vida llega filtrado, ciertos regalos emocionan y se agradecen más. El audio viene envuelto en la seda de la voz de Elisa Ramón, que ilumina y alegra el texto, lo viste y lo desnuda, le pone alas y le quita barro. Hace que parezca un poema, que camine y respire. La voz de Elisa huele a jazmín

Felipe Sérvulo es poeta y su poesía es escueta, sobria, con imágenes atrevidas pero “reales”. Es una poesía pulcra, minimalista, una poesía de “campo”, de afuera, llena y rebosante de olores, iluminada de colores, perfilada de sonidos, un bosque de nombres olorosos, con la presencia de la naturaleza a pleno pulmón, escrita en la ciudad. Poemas con un ritmo preciso y precioso. Metáforas que son como chispas que saltan, puñaladas que te entran por los ojos y te deslumbran, brasa que quema. Poemas escritos con tinta purísima y lápices olorosos en papel de nieve.

Además de haber nacido en Jaén, de vivir en Castelldefels, de estar vinculado a la cultura japonesa, por mucho más que haikus, y de ser una persona generosa, Felipe es el “personaje” que algunos de ustedes recordarán, que me tuvo por unos días, en plan actor de Hollywood, haciendo videos verticales y horizontales, con ruidos y sin ellos, presentando Adiós, Toledo. Y aunque le estoy agradecido, al mirar el resultado, uno se da cuenta de que ya no está para estos trotes por mucho que haya técnicos en belleza que digan que la arruga es bella. La arruga es la cuchillada que el tiempo nos deja en el rostro de la vejez, una rúbrica con falta de ortografía, la cicatriz paréntesis que nos abre una herida que no se cierra.

Muchas gracias. Aquí va el audio de Elisa Ramón. El video hay que ganárselo.

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