18.08.21.- Una tertulia es también un reflejo de lo que los tertulianos leen o no leen, de filias y fobias, lo que ignoran o lo que dicen saber, los que aguantan las ironías de unos y los ataques de los otros. Y los que salimos enriquecidos.
Uno no es un tertuliano al uso, nunca había asistido a una tertulia en castellano y falla a la hora de la dialéctica, que a veces a uno le parece hojarasca, fachada. Uno admira el desparpajo de los otros tertulianos que, al haber vivido en España, tener oportunidades de ir a presentaciones, tomar un vino con un editor, publicar, que le inviten a fiestas y saraos, y estar en contacto con la lengua, hacen gala cuando les llega el turno de opinar. En ese momento sacan su mejor artillería y disparan a dar. Uno sigue teniendo el gap, el bache en el que siempre uno estuvo metido, de varios años que, alejado de la movida y otros fenómenos culturales, se movía en otra dirección.
Hoy el tema de la tertulia ha sido la crítica: “…comenzaremos hablando de la función de la crítica y de los tipos de crítica. ¿Sirve para algo? ¿No bastaría con la información literaria? ¿Te ha sido de alguna utilidad? ¿Debe indicarle al poeta cómo debe escribir y al lector lo que debe leer? La mayoría de los tertulianos son poetas y críticos, todos con libros publicados, todos enraizados en el entramado de revistas y suplementos literarios. Se ha hablado de un poema, muy malo, de un poeta joven de moda, que hablaba sobre la crítica y los críticos. A veces, ya he dicho, me siento como gallina en corral ajeno, porque no he leído nada de la joven poesía. Los poetas jóvenes son, casi todos, igual de malos. Algunos venden libros y tienen éxito, (todos esconden su primer libro, algunos la obra entera). Estos poetas jóvenes exitosos son denostados y ridiculizados por los poetas “mayores”, como es ley de vida. De cinco mil poetas que empiezan, solo uno, al llegar a los 30, empezará a destacar. Los demás, carne de cañón.
Para calibrar la importancia de la crítica “el que todo lo lee” ha puesto de ejemplo a una poeta que es Premio de Poesía Nacional (o como se llame), publica en editoriales de postín, se promociona a tope, firma libros, lee en universidades, (es profesora), jalean sus libros los críticos de postín y poliéster, “tiene -dice uno de los tertulianos- una voz preciosa y es muy simpática, estuvo conmigo en una lectura y vive en una famosa ciudad de provincias”. El que ha propuesto a la poeta pregunta cuántos de los que estamos han leído algún libro de ella. Insisto: entre los tertulianos hay algunos “padres de la poesía y de la cultura”. El silencio es impresionante. Solo “el que lo lee todo” y es uno de los mejores críticos españoles y un argentino que había leído en un taller de poesía tres poemas de la premiada, eran los únicos que la habían leído. Uno, que ya ha dicho, ha gozado de quince minutos de fama y vive alejado del mundanal ruido, se ha sentido feliz al saber que su último libro “se va vendiendo” (como dice el editor), “aunque necesitamos más reseñas”. En opinión de un tertuliano los libros de poesía no los leen los poetas y solamente el autor lee las reseñas amicales. De soslayo soy criticado: “Tú con tus fans de Facebook tienes suficiente. Pones algo y te llueven los “me gusta”. Les digo que no es solo a mis seguidores, que el éxito del libro también se debe al prólogo y al epílogo del libro. Pero es hora de comer, para mí, y tengo que abandonar el ágora.
abandonar el ágora.