26.09.21.- No todo va a ser muertes, fechas luctuosas, tiempo pasado y melancolía. Los bancos en general son para sentarse cuando empieza uno a cansarse de la vida o de una caminata y ver pasar a la gente que corre y monta en bicicleta y a una viejecita que saca al perro (o el perro a ella). Un banco es un poco como un barco varado a la orilla del camino, un refugio de homeless, alivio de ancianos y en otro tiempo alcoba de enamorados. Estos bancos del parque que son de madera no se ponen nunca como el banco del poema de Don Antonio: “Húmedo está, bajo el laurel, el banco / de verdinosa piedra;”. Estos bancos de aquí, como algunos de ustedes saben, se han convertido ahora en lápidas funerarias que recuerdan al caminante cómo la vida pasa. Una moda que en ocasiones, según el parque, el lugar escogido y el material del banco, cuesta más que un entierro. Son como cruceros ateos que nos avisan de que somos polvo y en polvo nos hemos de convertir.
Pero mire usted por dónde el amor vence a la muerte, o lo intenta, y en un banco que está frente a la fuente de Wisdom y Felicity, dos hermosas esculturas en bronce que el agua pone verdinosas, hay una placa que da muerte a la muerte, como en el poema de Vallejo. “EE. I love you. Will you marry me? RM. 2020” ¿Se casarían? ¿Se habrán divorciado? ¿Quiénes serán EE y RM? ¿Una pareja de las de antes o de las de ahora? Me recuerda la dedicatoria a “Mr. W.H.” de los sonetos de don Guillermo que tanto ha dado que hablar.
Una placa que como todas las demás el tiempo va a oxidar, como la vida oxida el amor, de la misma manera que el tiempo apaga el fulgor, la vejez frena las prisas y la lluvia y la nieve carcomen la madera de los árboles del parque.