“El rumor” fue el número dos de la colección “La garza roja”, le siguió “Lugar de hogueras” con el número cuatro, y “La transparencia” y “La canción del aire” con el siete. Cuando comentábamos “El rumor” o “Lugar de hogueras” recuerdo que sentí una honda emoción, un temblor en el corazón y que en cada poema descubría “que la belleza y la emoción son las dos columnas en las que se sostiene” la poesía de Alfredo Buxan. Una poesía que reconforta y alivia. Cuando leíamos “La transparencia” y La canción del aire” sentimos que los dos libros eran cómo un retablo en la catedral de la vida y de la naturaleza, con imágenes que nos nombran momentos queridos que nos van acotando el camino. Se enriquece La garza roja, que ya cuenta con once “vuelos”, con “Junco en la orilla” un libro de 205 haiku que se imprimió el día 24 de febrero, aniversario del nacimiento de Rosalía de Castro.
Junco en la orilla
que se inclina en el agua
y no se quiebra.
Corren muy buenos tiempos para los haiku y para los aforismos, dos disciplinas con aportaciones para todos los gustos y estilos. Los aforismos son, a veces, tiros de gracia en la nuca del sentido común. Los haiku son otra cosa: una descarga de pólvora, a veces mojada, siempre perfumada.
Dame la mano
para llegar al sitio
del que vinimos.
Los haiku de Alfredo Buxan son un chispazo en la mirada del asombro, un frasco de esencia en el boudoir de la melancolía, son 205 fichas premiadas en la lotería de lo breve, un gozo para el pozo de la pena, ingenio, sobriedad, brisa y caricia, latigazo y carpe diem, catálogo de asombros.
Salir de casa
ligero de equipaje.
Volver sin nada.
“Junco en la orilla” es un breviario para leer en las horas de la poesía bien hecha, de la poesía “canónica”: maitines de luz madrugadora, laudes de la alegría, vísperas del asombro y completas al anochecer.
Qué frío tienen
a los pies de la cama
los calcetines.