Antonio Rivero Taravillo ha escrito en Suite irlandesa una apasionada declaración amorosa.
Muy pocos aman y conocen Irlanda como Rivero Taravillo (1963). A este país ha dedicado parte de su vida y de su talento escribiendo sobre su cultura y su gente, sus tradiciones. También el poeta habla del sabor de la Guinness, el güisqui de malta y el café irlandés que conoce muy bien y que uno recuerda de las fiestas que nuestra vecina irlandesa nos ofrece cada 17 de marzo. Pero también, en esta suite, uno se encuentra con la dolorosa presencia del IRA:
…Pasado el puente,
tipos duros con gorra y gabardina
arrugada y sucia como una bala estriada
voceaban An Ploblacht, también Saoirse,
igual que quien dispara un santo y seña
o pide un tiro.
Suite irlandesa, editada por Vandalia, Sevilla, es un libro de poemas con unidad temática sobre Irlanda en el que Rivero Taravillo, copista ateo de un libro de Kells siglo XXI, ha escrito un texto que ilumina sombras que trepan en castillos y catedrales en ruina.
Leyendo Suite irlandesa nombres queridos y visitados como Dublín, Kilkenny, Waterford, Glendalough, Donegal, o poetas que uno admira como W. B. Yeats, suenan a música que te ahoga el alma, a gaitas estremecidas, a piedras milenarias, a cristales con sonido, a rostros cuarteados, a olor a leña, a un mar verde de césped y se encuentra uno con la presencia de Seamus Heany: “Esta mañana, / la luz no entra: sale / de allí donde los versos se frotaban / como palos que generan la chispa…”.
Me llega este libro a Brooklyn, “tierra también hibérnica por los emigrantes”, ofreciéndome una caja mágica de donde surgen temas, nombre, personajes, sentimientos que van desde lo local a lo universal.
Suite irlandesa es “a way of life, una forma de muerte”.