Un 16 de febrero el poeta tenía frío, un frío “metafísico” y real, un frío que le congelaba la alegría y la tinta de su pena. El 16 de febrero de 2024, día que se terminó de imprimir el libro, el poeta también tenía frío y sus lectores estaban de enhorabuena. El frío ardía y la poesía de Luis Miguel Malo Macaya iba a ser lumbre y brasa, ceniza y ascua.
A veces, en el silencio de la noche, el hielo deshecho en un vaso vacío de güisque, una nube de humo del último cigarrillo, la soledad como un bisturí sajando la herida del tiempo, el poeta se siente ajeno, confuso y pide perdón por su “tristeza vallejiana” y se refugia en la poesía que llena la habitación. Y lee, con la noche por toda compañía; “…lo que llaman poesía, / lo que empieza a diario y nunca cesa, / que una vez es espada, otra vez es incendio, / siempre guerra, cilicio que desgarra la piel / de la razón, oscura cicatriz de sombra y sexo”. Algo que el poeta siente. Y, olvidando a veces su propia obra, ofrece el poema y el nombre del poeta, generoso como pocos, a sus seguidores de Facebook, donde está haciendo una interminable labor didáctica.
Y mientras se pregunta “quién decidió por mí la luna aquella / aquella luz o voz, por mí, tal alta”, el poeta escribe en papel de luna, y con voz emocionada, la historia de su melancolía y de su vida. Una vida que no es corta “si en amor cumplimos”.
Ahora gracias a Malhata, en su colección Adivinos, la poesía de Malo Macayo, dispersa y a veces olvidada, ha quedado para siempre “en papel” y nos espera a tantos poetas y amigos que seguimos su espacio y su pasión por la poesía. Una bella edición con una portada donde una cometa vuela más allá del papel.
En papel, Luis Miguel Malo Macaya, escribe una novela, una biografía sentimental y real y nos deja una crónica donde su Santander, su familia, la noche y la soledad son los protagonistas acompañados de personajes secundarios como los domingos, la lluvia (borgiana), la luz, la muerte y la esperanza. Es también un libro homenaje a poetas que le son queridos: el eco de Lope, el estilo de Blas de Otero, de Neruda, de Vallejo y varios de la Generación del 27 (Salinas, Alberti, Diego). Es un libro, escrito en su mayor parte entre el temblor de las tinieblas y el frío de la madrugada, claro, luminoso, con la luz y la lluvia de Cantabria, la ausencia de la madre, el pasado, los fantasmas, la sombra y el amor.
Para los que somos “protagonistas” de algunos de sus poemas (!cómo olvidar los sonetos que se deberían publicar en “Cuadernos de Humo”!), tener En papel junto a los libros que uno quiere y lee a menudo, es unconsuelo y un refugio donde podremos pasar las noches de cruda soledad y honda melancolía. Un camino a la esperanza.