De Alcobaça dos cosas:
en una iglesia luminosa,
un temblor en el mármol
de un amor que no acaba.
De postre,
en una fonda umbría,
dos peras naufragando por tu boca
en un “porto” de labios salvavidas.
(¿Estás seguro que sólo fueron dos?)
De Alcobaça dos cosas:
en una iglesia luminosa,
un temblor en el mármol
de un amor que no acaba.
De postre,
en una fonda umbría,
dos peras naufragando por tu boca
en un “porto” de labios salvavidas.
(¿Estás seguro que sólo fueron dos?)