Tercera entrega.
Aunque llovía y la humedad era espesa me acerqué a la tienda que tiene una vitrina encantada. Allí estaba Alex hablando con un cliente. Esperando que acabara di una vuelta mirando las estanterías. Sobre el mostrador había algunos de los libros que había escogido por la mañana a los que estaba poniendo precio.

(Cuando Alex había terminado de acomodar los libros en las bolsas le enseñé algunos en inglés firmados. Le interesó mucho el de Ginsberg y Orlovski que no solo está firmado por el autor de Howl sino también por su compañero. “Este vale una fortuna” -me dijo. “Parecido, -le dije yo- al libro de Neruda”. “Pásate esta tarde y lo hablamos. Podemos hacerte una oferta”. Cuando vio mi nombre en las dedicatorias me preguntó si yo escribía. Fui a la alacena y escogí cinco de los que tienen portada neoyorquina y se los regalé.)

Antes de entrar en la tienda mire el escaparate. Me quedé sorprendido al ver que los libros que le había regalado estaban allí expuestos.

Una vez que Alex se quedó libre me acerqué al mostrador y le dije que me gustaría ver el libro de Neruda. Al hojearlo vi que el precio había aumentado . “Podemos negociar” – me dijo. Lo hicimos y terminé con el Canto general en una bolsa de plástico (llovía) caminando a casa.

Otro elefante blanco pensé. Pasado el deslumbramiento del momento, ahí está con miedo de sacarlo de la bolsa de plástico temiendo que se haga ceniza.

Continuará.