Pensaban que nunca llegaría el momento, que todo lo almacenado durante casi 55 años iba a permanecer como el primer día. No sabían que el tiempo tenía un almacén de niebla que oscurecía todo lo que se había ido almacenando.
En esos años fueron encendiendo con recuerdos la casa a la que se mudaron a vivir su historia de amor. Las paredes se llenaron de cuadros y cerámicas, las baldas de libros, los cajones de suvenires, las mesitas de objetos comprados en viajes exóticos, los álbumes de fotografías y sus vidas se fueron enriqueciendo de rostros que desaparecieron, de cartas de amor, de noches irrepetibles en ciudades frías y oscuras, en lechos luminosos, en habitaciones con olor a lejía, en alcobas con balcones dando al mar, al canal, a la calle que estaba cerca del matadero, donde se oían los balidos de las ovejas que iban a morir de madrugada.
Ahora, acorralados por tanto ruido, pasan el tiempo tropezando con libros y cajas, sin saber qué hacer con el pasado, almacenan la plata nublada en cajas junto a llaves que no tienen cerraduras, medallas de santos que no existen, diplomas con faltas de ortografía, monedas con reyes muertos o políticos asesinados, con postales de ciudades prohibidas.
Dudan dónde guardar las camisetas que uno de ellos ganara en los maratones corridos en los 80, qué hacer con un cuaderno de cuarto de bachillerato con redacciones de un amigo que se llevó la peste, con las cartas que se escribieron cuando estuvieron separados, con las Cantatas y toda la demás música, con las cajas de cerillas que uno de ellos mandó hacer y que escondían un mensaje, con los cientos de dibujos y aquella flor que duerme entre las páginas de un libro.
Qué hacer, sobre todo, de las primeras ediciones, los libros firmados por escritores que han muerto, la colección del Humo y los libros escritos por uno de ellos.
Tienen suerte, a pesar de todo. En medio de la tormenta, cuando suena a lo lejos la voz del mar, cuando la casa es un campo de batalla y las trincheras están minadas, se sienten a salvo: saben la caja donde ha de ir el amor.