Ya el año casi ceniza, los días apenas si un humo con olor a pólvora y a lluvia, me llega uno de los mejores regalos de Navidad: El cuaderno de la ceniza que, desde Gijon, con olor a brea y con sonido de gaviotas perdidas, me envía generosamente Juan Ignacio González. Es el número 34 y lleva una dedicatoria que agradezco y enriquece el ejemplar. El cuaderno, que hace el numero 10 de la colección “Heracles y nosotros”, está impreso en papel Galgo Verjurado y cartulina Vergé de France.
Ahora que el barquero te arrastra a sus orillas
yo cogeré el cincel para la última piedra,
y será digno, entonces, sentarse en tu jardín.
.
Pero no me retengas cuando claudique el día,
y la señal anuncie que mi tiempo ha vencido,
sólo somos la lluvia que hemos dejado en otros,
la leve brisa del amor efimero,
y esa queda contigo.
O tal vez, si no vuelves,
dejar escrito el verso
para que el tiempo juzgue,
si el viento y tú sois parte de una historia,
o la tormenta es sólo su presagio.
Gracias por la recomendación, querido Hilario; como tú, pienso que un libro es el mejor regalo y que una dedicatoria es sólo una conversación a media voz para que se borre cualquier distancia. Felices fiestas y un año nuevo lleno de alegrías personales y literarias.