16. En Deshielo y fortuna, (Libros del aire) de Pilar Aranda, el mar está siempre, como en el verso de Paul Valery, volviendo a nacer: “La mer, la mer, toujours recommencée !”. Es amigo y confidente, abrazo y olvido, niño y anciano, el que trae algas de melancolía y peces muertos y acoge a barcos inmóviles. Poesía viva, luminosa, salpicada con la espuma amarga de la muerte, con el ruido del olvido y la presencia de marineros muertos en mares de cartón. Una poesia para vivirla, herramienta que ayuda a salir de la corriente, alejada de “titanics” metafísicos fríos que acaban en el fondo de la noche. Poesía que nos habla con palabras de mar con un lenguaje que es el salvavidas de la esperanza.