
En Sevilla ser tu sombra en tendido de sol,
el aceite hirviendo en el candil de tu mirada,
la luz que brilla en la ingle de un torero herido,
rejón de amor.
En la Catedral buscar un escondite
donde besar la oscuridad
que entra por el vitral de tu tristeza.
Subir a la Giralda como un río
que nunca ha de llegar al mar,
rampa de peces muertos y caballos de barro.
En el hospital de la Caridad
ser un Mañara y que pises para siempre
la tumba de mi vida.
Y al llegar la noche
cuando una procesión nos corte el paso
perdernos para siempre en la de algún cristo yacente.

(Inédito)
Querido Hilario. Me he emocionado leyéndote. Gracias por tanta belleza.
Muchas gracias. Un beso.
Has recogido Sevilla y la has recreado.
Muchas gracias. Me quedé tocado por la magia de Sevilla.