Cuadernos de Humo

La casa con una sombra dentro

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Cuando llegaba el
miércoles de ceniza, mi padre, tan buen aficionado a los habanos como católico,
dejaba de fumar hasta el domingo de Resurrección y se convertía aún más al
catolicismo. A pesar de que tenía bulas que le dispensaban, ayunaba y se abstenía
de comer carne los miércoles y viernes. Alguna vez ya de mayor me pregunté cómo
le sabría el primer puro y cómo sería la noche-madrugada del domingo de Resurrección.
Ahora que le recuerdo, en este
miércoles de ceniza, su cuerpo y sus puros son ya polvo y en mi vida su imagen
aparece desvaída, lejana y dolorosa. De aquel hombre alto, guapo y serio sólo
me queda el olor del humo de sus puros, la dureza de sus ojos, la sobriedad de
sus gestos, cómo se cruzaba la bufanda en los días crudos de invierno, aquel
viaje que hizo a Roma y una mezcla de sangre espesa y nieve liquida que fluía
entre sus venas y las mías alejándonos y uniéndonos. Pienso a menudo cual sería
el primer gusano que nacería en su mortaja la primera noche de total soledad
que empezó a comerse ese cuerpo que, destrozado en una carretera, tanto quiso
mi madre. Memento homo quia pulvis es et in pulverem reverteris
.

4 thoughts on “La casa con una sombra dentro”

  1. Se percibe el frío en estos recuerdos, qué imágenes tan fuertes, las de la "sangre espesa y la nieve líquida" Hilario. Te imagino de niño y de joven, encubierto por una sombra así, tan potente, tan grave, tan dolorosa. No me cabe duda que tendrías que huír de allí. Un abrazo.

  2. J.Garés Crespo

    Así era, y así fue, querido Hilario, si así lo recuerdas. ¿Quien puede decir lo contrario?
    ! Que maravilla que dentro de unos años, alguien nos recordara así ¡
    Un abrazo.

  3. Por hache o por be

    Gracias, amigo, me alegra saber de ti. A ver si este año nos podemos ver, Rafa incluido. Así es, si así te parece.

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