Cuadernos de Humo

Mirar el mundo, de Francisco Álvarez Velasco

Hay miradas que golpean, que acarician, que observan a la muerte, al mundo y a la vida. Una mirada suele ser breve, puede durar, más o menos, el tiempo que empleamos en leer un haiku. Aunque los haikus de este libro duran para toda una vida.

“Mirar el mundo”, un libro de haikus de Francisco Alvárez Velasco, editado por Eolas, es por una parte un calendario, una catadura amorosa, una sala para cuatro pintores, un cuaderno anotado y numerado para el humo y su silencio, un recuerdo al tiempo que pasa, y un bestiario. Pero, sobre todo, es un deslumbramiento, un acercamiento al fulgor de la vida, un temblor amoroso, un escalofrío de la muerte.


Huele a mi pueblo.
Este viento de abril,
en mi ventana.

Es también un breviario para el demonio, un libro de horas para un ateo, una biblia escrita por evangelistas de papel y sobre todo es un libro escrito desde la reflexión, la mirada sosegada, la experiencia, la mirada del hombre de “pueblo”, del poeta y profesor, del amante de la naturaleza.


Bajo el salguero,
un pájaro caído
llama a la madre.

En las páginas de “Mirar el mundo” se oye “rumor de abejas”, el silbido de los sapos, el croar de una rana, el maullido de un gato y también uno se quema con el fuego en el bosque, el sabor de las flores de espliego en la boca cuando “mordió sus labios”, vemos volar al cuervo que “es una mancha de tinta china”. La naturaleza viva y vibrante dando razón al haiku verdadero, el original, el de siempre.


Abre la puerta
porque ahora en los huesos
traigo la lluvia.

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