Ayer enseñándonos donde vivía la belleza, la medida rigurosa del esplendor, el exacto equilibrio donde la luz dialogaba con la sombra, hojas como la sangre de la espera: fuego glorioso.
Hoy la ruina de su piel llenando la mirada, ofrecido el esqueleto leve de su aroma, mariposas varadas en la orilla, ceniza perfumada, polvo para la almohada de la muerte: abono enamorado.