8
Cuando llegaba el
miércoles de ceniza, mi padre, tan buen aficionado a los habanos como católico,
dejaba de fumar hasta el domingo de Resurrección y se convertía aún más al
catolicismo. A pesar de que tenía bulas que le dispensaban, no sólo ayunaba y
se abstenía de comer carne los miércoles y viernes, sino que posiblemente se
abstendría también de todo contacto o placer sexual. Alguna vez ya de mayor me
pregunté cómo le sabría el primer puro y cómo sería la noche-madrugada del
domingo de Resurrección. Ahora que le
recuerdo, en este miércoles de ceniza, su cuerpo y sus puros son ya polvo y en
mi vida su imagen aparece desvaída, lejana y dolorosa. De aquel hombre alto,
guapo y serio sólo me queda el olor del humo de sus puros, la dureza de sus
ojos, la sobriedad de sus gestos, cómo se cruzaba la bufanda en los días crudos
de invierno, aquel viaje que hizo a Roma y una mezcla de sangre espesa y nieve
liquida que fluía entre sus venas y las mías alejándonos y uniéndonos. Pienso a
menudo cual sería el primer gusano que nacería en su mortaja la primera noche
de total soledad que empezó a comerse ese cuerpo que, destrozado en una
carretera, tanto quiso mi madre. Memento homo quia pulvis es et in pulverem
reverteris.
miércoles de ceniza, mi padre, tan buen aficionado a los habanos como católico,
dejaba de fumar hasta el domingo de Resurrección y se convertía aún más al
catolicismo. A pesar de que tenía bulas que le dispensaban, no sólo ayunaba y
se abstenía de comer carne los miércoles y viernes, sino que posiblemente se
abstendría también de todo contacto o placer sexual. Alguna vez ya de mayor me
pregunté cómo le sabría el primer puro y cómo sería la noche-madrugada del
domingo de Resurrección. Ahora que le
recuerdo, en este miércoles de ceniza, su cuerpo y sus puros son ya polvo y en
mi vida su imagen aparece desvaída, lejana y dolorosa. De aquel hombre alto,
guapo y serio sólo me queda el olor del humo de sus puros, la dureza de sus
ojos, la sobriedad de sus gestos, cómo se cruzaba la bufanda en los días crudos
de invierno, aquel viaje que hizo a Roma y una mezcla de sangre espesa y nieve
liquida que fluía entre sus venas y las mías alejándonos y uniéndonos. Pienso a
menudo cual sería el primer gusano que nacería en su mortaja la primera noche
de total soledad que empezó a comerse ese cuerpo que, destrozado en una
carretera, tanto quiso mi madre. Memento homo quia pulvis es et in pulverem
reverteris.
¡Qué retrato has hecho de tu padre, Hilario! "sobriedad en los gestos y dureza en los ojos…" me lo he imaginado, así como me imaginé la dulzura de tu madre.
No te le asemejas en nada…creo.
Un abrazo
Gracias por hacer esa elegía que tantos firmaríamos; la figura paterna de nuestra infancia tiene un perfil distinto a los padres de hoy, a esos tipos apresurados que preguntan por sus hijos mientras atienden al móvil… Los padres castellanos, los padres de puro de domingo y brisca, los padres de televisión en blanco y negro que pensaban que su único destino era trabajar para que estudiásemos… son figuras ejemplares que siempre estarán en las mejores páginas de nuestra vida. Abrazos.
Polvo eres y en polvo te convertirás. Me ha impresionado tu descripción.
Un abrazo.
no, efectivamente no es bonito… pero es absolutamente bello. lo bonito para los retóricos. lo bello para los artistas, sea cual sea su medio de expresión.
con el mejor de mis abrazos.
Un relato muy duro. Volveré a leerte, me intriga esa sombra de la casa. Saludos . Natalia
Muchas gracias a todos.
Qué retrato del padre y sus circunstancias…Con la misma sobriedad de los gestos de él, describes tus recuerdos, pero con dulzura en tu mirada hacia esos tiempos; esta es la diferencia que tienes con tu padre.
Hay una sobria belleza en tu prosa; la que busco, la que me hace sentir.
Gracias.
Un afectuoso saludo.
Muchas gracias Fanny y Natalia por vuestras palabras. Un beso
Qué arte el tuyo al crear Literatura de algo tan común. Crudo perfil el que dibujas de tu padre; pero se nota el amor que os unía. Saludos
Un abrazo, Juan, y muchas gracias.