Mi lado izquierdo, de Rafael Fombellida.
Voy a empezar diciendo que Rafael Fombellida (Torrelavega, 1957) es un poeta al que admiro, sigo, leo y de cuya poesía disfruto. Hay poetas que, siendo mediocres, gozan de buena salud de público y ventas, pero por suerte quedan poetas, como Fombellida, que tienen lo mejor que puede esperar un poeta verdadero: un grupo de seguidores y lectores que le son fieles. Es cierto que no es Fombellida un poeta fácil, sus poemas no son meros suspiros de gente ociosa o melancolías de jubilados en estado de gracia, ni siquiera metáforas de “sonó la flauta por casualidad”. La poesía de Fombellida exige al lector disciplina y adhesión. Es como si estuviéramos leyendo a Góngora, pero de Torrelavega y en el siglo XXI. (Ojo, no necesitarán ningún Damaso Alonso). Posiblemente nos cueste entrar en el poema, como quien entra en una catedral gótica o en las cuevas de Altamira, pero una vez dentro nos llenaremos de luz, de oscura cal y sentiremos como nos arden los sesos y el corazón. Saldremos, si salimos, llenos de dolorosa gracia.
Hace tiempo que tengo junto a mí y leo “Mi lado izquierdo. Antología poética, 1989 – 2019)”, publicada por Renacimiento en la famosa colección de las rayas, donde solo publican poetas con una voz, un estilo, una personalidad y una obra digna. Una obra que creemos resistirá el paso de tiempo. Recoge la antología los poemas publicados en sus cinco libros de poesía más relevantes. Si he tardado en dar noticia del libro es porque es un libro que es para toda una vida.
La autora de la edición, Xelo Candel Vila, en un largo estudio dice: “Rafael Fombellida cree en la libertad del acto creador o, lo que es lo mismo, en la construcción de un mundo inédito. Respondería a ese tipo de poeta que Friedrich Schiller había denominado sentimental…” El ensayo termina diciendo: “Su palabra dialoga … con diversas tradiciones pero acaba elaborando un discurso propio gracias a esa maestría que tiene para relacionar lo diverso y lo único”.
El crítico García Martín, reseñando “Mi lado izquierdo” dice: “No es Rafael Fombellida un poeta fácil ni complaciente, jamás condesciende con la frivolidad o la ironía. Tampoco uno de esos pocos privilegiados que desde el principio supieron aunar dicción personal e inédita visión del mundo. Ha tardado en conseguirlo, como el lector tarda en entrar en su obra, pero todo lo que vale la pena requiere un cierto esfuerzo. Lo que él nos dice en un puñado de espléndidos poemas nadie lo había sabido decir de la misma lúcida e impactante manera”.
Queda claro que recomiendo (para los que saben leer poesía) que se adentren en “Mi lado izquierdo”, con el pie derecho: un libro importante de un poeta imprescindible.